miércoles, 18 de diciembre de 2013

Frío letal

en verano me alimento
a base de fruta y cerveza
me quedo en la ciudad
y salgo solamente
cuando se pone el sol.

vivo en cuartos oscuros
con conexión wi-fi
llamo a mis amigos,
que no están,
para contarles lo que me hubiera gustado hacer
si estuviesen acá.

martes, 17 de diciembre de 2013

Independiente

en general me levanto temprano
porque me da culpa levantarme después de las nueve.
a veces no tengo nada que hacer.
me preparo café o chocolatada,
decisión determinada
por el clima, las ganas, el peso
y la sensación de madurez.
me siento ante la computadora
y empiezo hacer todo lo que no tengo que hacer.

a veces sí tengo cosas que hacer.
cuando estoy cansada
por haber dormido mal
y forzarme a despertar temprano
me siento a trabajar en la cama
hasta que llego a la posición horizontal
y duermo una siesta
en la mitad de la mañana.

aprendí que el truco para vencer
el cansancio constante
es hacer siestas que oscilen
entre los veinte y los cuarenta minutos.

dos o tres por día, o cada vez que uno
esté cansado.

las mejores veces siempre son
cuando tengo cosas que hacer
y las hago bien, con eficiencia
y celeridad,
no en pijama, sino
vestida, con zapatillas, peinada, bañada
y a veces hasta maquillada.

sábado, 9 de noviembre de 2013

Un pterodáctilo surcó el cielo

soñé que tenía caspa y vivía en una ciudad muy grande. en la ciudad muy grande todo estaba ordenado.
la población se dividía en castas. era todo más o menos previsible y ominoso.

en el centro de la ciudad no había nada. ir al centro era ir a un páramo.

los que leían, leían novelas de ciencia ficción o no leían nada.

al final del sueño yo llegaba al páramo buscando a un chico que me encantaba. él ni me miraba, además pertenecía a otra casta. entonces me ponía a buscar el centro del páramo. en un momento me pareció encontrarlo. me puse a dar vueltas en torno de mi propio cuerpo como un perrito que se busca la cola. quería recostarme y morir.

me recostaba. pero no me moría y entonces me daba cuenta de que no podía elegir cuándo me iba a morir por más que eligiera el lugar en el que me quería morir. me sentí tarada y dramática. ahí creo que me desperté. si este sueño fuera un invento hubiera agregado que, mientras estaba acostada esperando la muerte, un pterodáctilo surcó el cielo.

martes, 8 de octubre de 2013

Después de tanto arrebato

Entra lento, como si él tampoco quisiera irse, como si tampoco quisiera seguir girando alrededor de la tierra, como un tarado. El sol gusta de nosotros, sin entusiasmo, algo cansado, como cualquier astro con miles de millones de años encima, nos aprecia. Me paro, te miro. Quiero irme pero me gustaría querer quedarme. Él se queda, en realidad gusta tanto de vos, se te pega a la cara como si vos fueras de caramelo y él una lengua caliente. Con la baba de la lengua del sol en todo el cuerpo, volvés a dormirte, volvés a despeinarte, con la nana del vientito de octubre, como si hubiera habido un accidente y ahora te acunaran los brazos de una señora gorda, después de tanto arrebato.

lunes, 23 de septiembre de 2013

Formicidae

Estuvo acá.

Vino,
le abrí la puerta,
yo pensé que quería jugar.

Vio
lo poco que había
y lo fue guardando
en bolsitas de la municipalidad,
verdes para lo más ligero,
negras para lo más pesado.

Venció
mi voluntad
como vence un palito de chupetín
ante la fuerza de la mano de un nene.

Recibí sus órdenes
frotando mis antenas contra las suyas.
En ese momento nos miramos los ojos.

No nos perdimos el uno en el otro. No había pupilas,
ni circunferencia blanca. ¿Me besó?
Fuimos deshaciéndonos al sol.

viernes, 20 de septiembre de 2013

Un gatito a punto de morir

No era mucho lo que tenía para dar.
Igual me lo aceptaste:
veinte clavos oxidados,
algunos papelitos,
un disco rígido quemado,
frutas maduras de coto,
un serafín de peluche,
un gatito a punto de morir.

Un rato
te quedaste.

Miraste los clavos
bajo el filo incipiente
de la luz de junio.

Yo quería que te quedés,
que te quedarás un ratito
más, quedarate, te dije,

pero ahí empezó a resb
a refalar
como una herida de muerte,

de tragar tanto clavo,
tanto clavo oxidado.

Es que los días
los días abruman 
hasta embotar 
el cerebro más fuerte
el cuerpo más brillante.

miércoles, 28 de agosto de 2013

Idas viernes, frutillas

Suele pasar: abrir la cartera
para tirar los restos de tabaco
que se escabullen
con papelitos, cositas,
y que con los restos caiga
alguna que otra cosa especial.

Restos de entradas y salidas
idas viernes, frutilla,
verde parque, negro cine,
auténticos restos de besos,
imaginarios, zarpados,
escenas hipotéticas, dos o tres,
cientos de pasajes. Una sola y
poder haber sido alguna vez.

Suele pasar;
a veces se comunica fuerte
una sensación de común bienestar
entre la gente,
caminando abajo del sol.
A veces no comunica nada,
unos restos apenas,
cosas chiquitas,
algunas pavadas.





viernes, 16 de agosto de 2013

Cintas amarillas

Tengo frío. Tuve frío todo el tiempo.
Te vi comprando naranjas cerca de casa.
Las agarrabas, las apretabas un poco,
las hacías girar sobre la mano.
Parecías un mago
o algo peor.

No me escondí atrás de ningún árbol para mirarte:
estaban podando todos los que había en la cuadra.

Haces de cintas amarillas
que marcaban el perímetro de la poda
se agitaban en el viento, locas, enfermas.
Si me acercaba, podía escuchar el viento
haciendo sonar el plástico,
un sonido de tarjetas, de supermercados
y transacciones, de madres y colegios.

Vos seguías, cansino, apretando las naranjas,
apenas, como si supieras,
como si alguna vez hubieras sabido,
distinguir una naranja rica de una fea.

martes, 13 de agosto de 2013

Obediente

Se me vierte todo por la ventana
-¿Puedo entrar?
Claro, hermoso, lindo,
cosita, cómo te quiero.

Me quiebra los ojos,
ay, lo miro,
¡no me viertas el cuerpo así!
Vení, vertí, no te vaaayas...
el sol de la mañana me lo sirve
como café desde la ventana.

Qué manera de morirse,
amarillo, celestito, te desparramás
por todos lados, te hacés bolita,
fregón, boquita de cereza.
Me decís cualquier cosa y yo, obediente;
como agua que se deja caer en el vaso.

viernes, 2 de agosto de 2013

Ninguna mácula

Salís a la calle
te encontrás:

los verdes, los suarezméison
los chicos ficus, los sub
marinos y algunos perros
desparramados desde balcones.

Siempre alegre: ninguna mácula
en tu sonrisa de septiembres veintiuno.
Algún vasco, algún negro lindo
algún espacio perdido por distracción.
Todo vuelve como reguero de pólvora
hacia una destacada posición gramatical.

Al fin llegás:
un alimento de colores,
unos alambres de púa.

Fuertes te sostienen:
ninguna mácula,
algún porotito.