miércoles, 28 de agosto de 2013

Idas viernes, frutillas

Suele pasar: abrir la cartera
para tirar los restos de tabaco
que se escabullen
con papelitos, cositas,
y que con los restos caiga
alguna que otra cosa especial.

Restos de entradas y salidas
idas viernes, frutilla,
verde parque, negro cine,
auténticos restos de besos,
imaginarios, zarpados,
escenas hipotéticas, dos o tres,
cientos de pasajes. Una sola y
poder haber sido alguna vez.

Suele pasar;
a veces se comunica fuerte
una sensación de común bienestar
entre la gente,
caminando abajo del sol.
A veces no comunica nada,
unos restos apenas,
cosas chiquitas,
algunas pavadas.





viernes, 16 de agosto de 2013

Cintas amarillas

Tengo frío. Tuve frío todo el tiempo.
Te vi comprando naranjas cerca de casa.
Las agarrabas, las apretabas un poco,
las hacías girar sobre la mano.
Parecías un mago
o algo peor.

No me escondí atrás de ningún árbol para mirarte:
estaban podando todos los que había en la cuadra.

Haces de cintas amarillas
que marcaban el perímetro de la poda
se agitaban en el viento, locas, enfermas.
Si me acercaba, podía escuchar el viento
haciendo sonar el plástico,
un sonido de tarjetas, de supermercados
y transacciones, de madres y colegios.

Vos seguías, cansino, apretando las naranjas,
apenas, como si supieras,
como si alguna vez hubieras sabido,
distinguir una naranja rica de una fea.

martes, 13 de agosto de 2013

Obediente

Se me vierte todo por la ventana
-¿Puedo entrar?
Claro, hermoso, lindo,
cosita, cómo te quiero.

Me quiebra los ojos,
ay, lo miro,
¡no me viertas el cuerpo así!
Vení, vertí, no te vaaayas...
el sol de la mañana me lo sirve
como café desde la ventana.

Qué manera de morirse,
amarillo, celestito, te desparramás
por todos lados, te hacés bolita,
fregón, boquita de cereza.
Me decís cualquier cosa y yo, obediente;
como agua que se deja caer en el vaso.

viernes, 2 de agosto de 2013

Ninguna mácula

Salís a la calle
te encontrás:

los verdes, los suarezméison
los chicos ficus, los sub
marinos y algunos perros
desparramados desde balcones.

Siempre alegre: ninguna mácula
en tu sonrisa de septiembres veintiuno.
Algún vasco, algún negro lindo
algún espacio perdido por distracción.
Todo vuelve como reguero de pólvora
hacia una destacada posición gramatical.

Al fin llegás:
un alimento de colores,
unos alambres de púa.

Fuertes te sostienen:
ninguna mácula,
algún porotito.