Tengo frío. Tuve frío todo el tiempo.
Te vi comprando naranjas cerca de casa.
Las agarrabas, las apretabas un poco,
las hacías girar sobre la mano.
Parecías un mago
o algo peor.
No me escondí atrás de ningún árbol para mirarte:
estaban podando todos los que había en la cuadra.
Haces de cintas amarillas
que marcaban el perímetro de la poda
se agitaban en el viento, locas, enfermas.
Si me acercaba, podía escuchar el viento
haciendo sonar el plástico,
un sonido de tarjetas, de supermercados
y transacciones, de madres y colegios.
Vos seguías, cansino, apretando las naranjas,
apenas, como si supieras,
como si alguna vez hubieras sabido,
distinguir una naranja rica de una fea.
me encantó éste, lalala.
ResponderEliminarviva que escribas. te quiero